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¿Primera adversidad? La salud. Es parte del trabajo para el desarrollo de software pasar muchas horas sentado delante de un ordenador. De hecho, existen muchos estudios que confirman que estar sentado más de cinco horas al día puede ocasionar problemas para la salud. Es habitual que las personas que se inician en el mundo del código puedan llegar a sufrir dolores cervicales e incluso mareos si no intercalan cierta actividad física durante el día. Consciente de esto, en 42 Madrid recomendamos habitualmente a los estudiantes y, especialmente, a los candidatos que participan en las piscinas que se levanten del ordenador cada cierto tiempo. Además, las instalaciones del campus invitan a ello.

Una de las situaciones más comunes en los comienzos es sentirse atascado y tener la sensación de no avanzar, de sentirse pequeño ante tantos números, letras, funciones, líneas y comandos. Sin duda, se progresará más rápido cuanto antes se acepte que no dejará de ser ‘el pan de cada día de un programador’ y hay que buscar formas para vencer a los bloqueos. Aprender a aprender y no sentir la frustración como una enemiga, sino como una amiga a la que hay que abrazar y que permite generar nuevos conocimientos.

Los estudiantes de 42 Madrid se enfrentan constantemente a complicados retos en los que no saben ni por dónde empezar. Son muchos, aunque en este texto no los desvelaremos. El cursus del campus es extenso y cada persona afronta proyectos complejos que debe resolver apoyándose en todas las herramientas a su disposición, por lo que utilizan sus propias técnicas para resolverlos. No existe solo un camino. Víctor cumple un año como estudiante de 42 Madrid y tenía conocimientos básicos de programación antes de unirse a la iniciativa de Fundación Telefónica. Conocía conceptos de Java y un poco de C, pero afirma que estaba muy oxidado. “Ojalá me hubiesen enseñado con proyectos como los de aquí”, comenta.

La actitud óptima para sortear problemas es pensar que la barrera que tenemos enfrente es una gran oportunidad para aprender nuevas cosas, es buen momento para desarrollar la paciencia, pero, cada vez que se avanza, hay que celebrarlo y sentirse orgulloso. Internalizar los logros y realzarlos puede ser un escudo que ayude mirar hacia atrás y analizar el progreso, el camino realizado y el crecimiento tan grande que puede hacerse en un año, lo que la mayoría desconoce hasta que se comparan con su “yo del pasado”. En este sentido, Víctor aconseja “lo más importante es tener la siguiente mentalidad: al descubrir un error nuevo o diferente, celebrar haber dado un paso hacia la solución y seguir trabajando hacia ella. Creo que el sentido del humor ayuda; obstáculos hay, asegurado”.

Conversar sobre problemas no parece ser un problema para Víctor, salvando la redundancia. Poco le tuvimos que preguntar. Comparte que problemas “hay de todo tipo; los más pequeños despistes como escribir *.c en vez *. o a la hora de eliminar ficheros y perder, en los mejores casos, un par de horas de trabajo, pero tienen fácil solución. Aprender a usar (mejor) sistemas como Git y prestar atención a los mensajes de error que lanza el ordenador, aprender a leer atentamente y hablar con un compañero como si fuese un patito de goma. Otros problemas, más interesantes y mejores, son por falta de conocimiento, por no comprender qué está ocurriendo. Digo mejores porque estos, a pesar de ser más difíciles de resolver son oportunidades para aprender y, al superarlos, muy gratificantes”. Lo del patito de goma es fundamental. Otro día hablaremos sobre ello.

Hablar con compañeros sobre código, escuchar podcasts o ir a meets-ups contribuye para aceptar que es normal que al principio no se entienda todo, pero, con el paso del tiempo, se van adquiriendo conceptos que pueden ayudar a la hora de formular mejores preguntas y aportaciones. Los programadores constantemente investigan sobre los problemas y miran con perspectiva para familiarizarse con la tecnología que manejan. Intentan entender la raíz del conflicto para progresar en el funcionamiento del software y conseguir evitar próximos obstáculos y atascos.

Los lenguajes de programación pueden ser complicados de retener y recordar. Además, algunos son muy parecidos entre ellos y hay que trabajar con todos a la vez, por lo que hay que evitar los despistes. Sin duda, es otro de los grandes retos a los que se enfrentan los estudiantes de 42 Madrid o cualquier profesional.

Programar de forma solitaria es una de las mayores fuentes de frustración a las que puede enfrentarse alguien decidido a implementar ideas a través del código. Mucho tiempo en soledad y leyendo documentación difícil de digerir puede ocasionar un aislamiento negativo, que en 42 no tiene lugar, ya que se trabaja en equipo desde el primer momento y se cuenta con un aprendizaje “peer to peer” donde se siente plena libertar a la hora de interrumpir a un compañero para pedirle ayuda.  Entre tanta oscuridad, la luz viene de la mano del propio Víctor: “programar en grupo en 42 es maravilloso, cualquiera puede consultar problemas con sus compañeros, y entre todos, lo resolvemos. Otros se recuerdan que no pueden rendirse, todos podemos tener un momento de menor energía” asegura.

Un código no es mejor cuando nos gusta solo a nosotros, es realmente bueno cuando un equipo da su visto bueno; en 42 nos tomamos la programación casi como un deporte en equipo, una creación comunitaria. Camarero, por favor, un café con leche, que la noche es larga y el código es duro.