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«De los 8 bits a 42», por Isaac, estudiante de 42 Madrid

Isaac aterrizó en una de las primeras piscinas de 42 Madrid con la misma incertidumbre que el resto de sus compañeros. Y eso que arrastraba más de veinte años de experiencia como profesor. De poco le valía más que para seguir fomentando su instinto de aprender eternamente. Un texto de autoría en el que comparte su experiencia personal como profesional de la informática en un campus de programación que llegó para romper esquemas y lo sigue haciendo. Por sus ojos han pasado muchas tecnologías, costumbres y métodos de aprendizaje. Pero nada como 42. Una revolución 💥

Isaac, estudiante de 42 Madrid

Cómo ha cambiado todo, pensé… Todavía sin aventurarme siquiera a pensar mientras los primeros recuerdos que afloran a mi mente de informático son de un sistema de programación por tarjetas perforadas. Un inmenso sistema en un centro de cálculo donde un error en el micro taladro de una cartulina era tan grave como un descuido en la gestión actual de memoria.

Cuánto ha avanzado esta disciplina. Desde los modelos teóricos hasta la programación en lenguajes estructurados de alto nivel, desde el código máquina y el ensamblador hasta organizar un sinfín de máquinas, primero de 8 bits, o las olvidadas cintas de 8 pulgadas. No me olvido de los nostálgicos casettes hasta alcanzar increíbles velocidades de carga en los modernos procesadores y EEPROM. Cómo no hablar de la cantidad de protocolos dialécticos existentes entre unas marcas y otras, la mayoría de veces incompatibles entre sí, motivo, entre otros, que hacía de la profesión del programador el arte de hacer posible la existencia de compartir  “un dialecto para controlarlos a todos”.

Mucho han cambiado las situaciones, los dispositivos y las máquinas y, el internet de las cosas, cuando antes lo disfrutabas por turnos y con la línea libre. Me acuerdo de ese “¡cueeelgaaaa yaaaa!” a mitad de la descarga de tu música favorita. No obstante, seguimos en un sistema donde, en general, la programación, se aprende teóricamente con lenguajes del siglo pasado y material caduco cada vez más obsoleto. Además, todo en una clase monolítica en bloque donde la memoria juega una parte muy importante del resultado final del aprendizaje.

En tiempos tan interesantes como el actual donde tenemos máquinas que aprenden mediante ejemplos dados por otras máquinas o poniendo ejemplos ellas mismas, aparece una nueva forma de lógica con máquinas cuánticas. La seguridad es tan necesaria en nuestros datos como en la vida cotidiana y aparecen nuevos retos económicos a diario y ventas virtuales. Las nuevas profesiones que surgen de la necesidad de protección, control o nuevas tecnologías, nosotros seguimos utilizando una línea de avance diferente donde la prueba y el error son valorados como siempre en un sistema casi cerrado. 

Y, de repente, una prueba sobre el monitor que no tiene nada que ver con lo realizado hasta ahora. Una prueba que abre la llave a un mundo diferente, muy diferente. De hecho, al principio ni siquiera entiendes cómo hacer, donde los retos no llegan solo por la necesidad de aprender, sino por el “y búscate el camino”. Aparece una metodología distinta donde el protagonista de tus avances deja de ser el sistema para comenzar a ser tú. Sistemas, lenguajes, criptografía,  criptomonedas, pero, además, relaciones personales, interacción, electrónica, diseño, videojuegos, animación, cortos, IA… un espacio donde aquello que pienses, si tiene una buena base, se puede llevar a cabo solo con proponerlo.

¿Libros? Ninguno salvo los que tu elijas. ¿Horarios? Cuándo te venga mejor, las 24 horas si quieres. ¿Asignaturas? Qué es eso salvo un grupo de problemas a resolver sin dormirte. ¿Profesores? Nosotros mismos y la necesidad de aprender… diferente, ¿verdad? Se trata solo del principio, no solo de programación nos alimentamos.

¿Lo ves sencillo? No hay que caer en equívocos, hay que currárselo, pero es mucho más adictivo de lo que creerías. Tras los primeros piques para ver la exactitud de tu código vas a darte cuenta de su exigencia, pero, también, de la calidad de lo que vas aprendiendo y las buenas sensaciones que supone la superación personal. ¿Qué será lo siguiente?, cualquier cosa pero como la piña de 42….no hay nada 🍍

por Isaac Rodrigo Sopedra, estudiante de 42 Madrid