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Actitud 42: Gerardo Casado

El mismo día de su cumpleaños, Gerardo se enteró de que no había superado la piscina de 42. Vaya manera de empezar los 29. Luego de tres lágrimas y un “no vuelvo a intentarlo”, que le duró 5 minutos, quiso volver. Esperó un año, un comienzo de pandemia y se lanzó nuevamente a la piscina. Esa vez, por suerte, fue bastante bien. “¡Ahora puedo hablar de qué es 42 siendo estudiante! Muy fuerte, es una gran historia. Me encanta contarla”. 🫶

¿Qué te ha traído a 42? ¿Cómo conociste el campus?

En junio de 2019 una amiga me comentó que había una nueva escuela de programación que iba a inaugurar Fundación Telefónica. Me interesé muchísimo en el tema y comencé a leer blogs de gente que ya había hecho la piscina en Paris y en Sillicon Valley. ¡Yo no paraba de hablar de 42 y ni siquiera había abierto todavía! Cuando inauguraron el campus, entré a una piscina y me di cuenta de dos cosas. Primero, que me encantaba el método, y segundo, que al campus venían muchísimas empresas para enterarse de qué era esto. Todo fue muy bonito hasta que me dijeron que no había superado la piscina.

Y ahora que estás aquí, ¿qué es 42 para ti?

Una gran oportunidad. Dice Lola Índigo que ella donde ve una oportunidad, allá que va. Y yo tengo esa filosofía.

Si tuvieras que definir 42 en una palabra ¿qué dirías?

Compañerismo.

¿Cuál ha sido el mayor aprendizaje en este tiempo en 42?

Tengo varios. El primero y más importante es que mi cabeza ha hecho click y se ha vuelto más lógica. Entré sin saber nada. No tenía esa mente lógica, no me pegaba con el código. Ese es mi mayor aprendizaje.

Además de programar, ¿qué otras cosas has aprendido?

Bueno, aquí me puedo explayar. Soy una persona que busca siempre oportunidades y eso puede traerme muchos “no”. Pero eso no me para. 42 me enseñó a ser resiliente. A gestionarme y optimizarme. He aprendido también a distinguir cuándo me puedo meter caña programando y cuándo puedo procrastinar. Sacarme las castañas del fuego. Es un aprendizaje para ser independiente en la vida y es brutal cómo te prepara sin darte cuenta. Aprendes a pegarte con tu código. Primero a que funcione paso a paso y luego a dejarlo bonito y legible. Y por último, aunque yo ya lo traía de fuera, aprendes compañerismo. Es fundamental para todo. La buena fe. Dar sin esperar nada a cambio. Aquí pasan cosas increíbles gracias a las personas que están detrás del proyecto: nuestro querido staff y también nosotros, los estudiantes, que nos apuntamos a todo para dejar el pabellón bien alto.

¿Has pensado en tirar la toalla en algún momento? Si lo has hecho, ¿qué o quién te ha borrado esa idea de la cabeza?

Sí. Demasiadas veces. Me la han quitado de la cabeza mis compañeros y el staff, que siempre me escuchan. Bueno, y también yo y mi capacidad de reseteo, que es bastante buena. Yo me cabreo, pero durmiendo se me pasa. Siempre para las decisiones es mejor dormir y luego ya darles una vuelta. En la piscina, durante la primera semana, pensaba en tirar la toalla por lo menos dos veces al día. Luego aprendes que es frustración y que puede manejarse. En el cursus también lo he pensado, pero te digo que sí con la boca pequeña. Me costó 2 piscinas entrar, entonces abandonar no es una opción. A veces te bloqueas y te agobias, así que he aprendido a gestionarme y apoyarme en mis compañeros. Hay que buscar salidas.

Si tienes experiencia previa en otros campus o formaciones de programación o tecnología ¿puedes contarnos qué hace distinta la experiencia 42 a cualquier otra? Yo no, pero conozco varias experiencias de gente cercana. Una amiga me dijo que un Bootcamp es horrible y que se pasó tres meses llorando por el agobio y la frustración. Conozco gente de la uni que no está contenta con su educación simplemente por el profesor. O peor, que están esperando que les pasen una respuesta para aprendérsela de memoria y teclearla. En 42 no hay profesores. Nadie te da las respuestas, pero te apoyas en tus compañeros. Si alguno no sabe explicártelo, lo sabrá hacer otro. Ah, y sobre todo, el dinero. Todo cuesta, pero 42 es gratis.

Cuéntanos una curiosidad sobre ti y algo inconfesable…

Una curiosidad es que de pequeño quería ser diseñador de moda. Hacía mis colecciones y todo. Empecé con 7 u 8 años y hasta los 16 o 17 quería serlo. Ahora dibujo todavía, pero de otra manera. Y algo inconfesable es que me presenté a Fama ¡a bailar! 3, a ser portada de una revista y a otro reality. Luego leí que 42 era como el Gran hermano y el Operación triunfo de los programadores. Así que este podría ser mi reality. Mis aventuras en 42 son graciosas.

¿Qué te gustaría ver cumplido cuando finalices el cursus?

¡No más piscinas, por favor! Dos ya fueron suficientes. Aunque una tercera… bueno. Nunca se sabe. No espero nada. Simplemente haber crecido como programador y haber adquirido una base sólida. Si tengo eso, ya luego no hay límites. Si tuvieses que recomendarle a alguien que se lance a la piscina ¿cómo lo harías o qué le dirías? No paro de recomendarlo. Primero porque creo que el método es el más rápido para aprender, y eso que vas a tu ritmo. También hago mucho hincapié en que aprendes de todo lo que pasa y en que las vivencias te ayudan. No es lo mismo decir “mi programa no funciona” y ponerte de brazos cruzados, a decir “voy a preguntar” o “voy a informarme” e intentarlo. Eso es sacarse las castañas del fuego y eso te lo enseña este campus. Recalcaría también el compañerismo. 42 no es una competición. Todos te ayudan. Siempre hay alguien cerca de la maquina de café para preguntarte cómo vas o si puede echarte una mano. Es increíble ver eso. Creo que como 42 te lleva tan al límite, aprendes de ti lo que no has aprendido nunca.