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Diario de un piscinero en HTML

Raúl es candidato de la undécima piscina que celebramos en 42 Madrid, el campus de programación de Fundación Telefónica. Como él, unas dos mil personas se han lanzado a la última prueba de acceso antes de ingresar como estudiantes. Raúl llegó a 42 con conocimientos y experiencia programando, pero sus aspiraciones pasan por meterse de lleno en los mundos de la Inteligencia Artificial y el Big Data. Le pedimos que escribiera unas líneas sobre su experiencia en la piscina y nos ha devuelto esto, con HTML, el lenguaje de marcado para la elaboración de páginas web...

Diario de un piscinero HTLM

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<title><b>DIARIO DE UN PISCINERO</b></title>
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<h1>Diario de un piscinero</h1>

<p>¿Por qué se nos llama <b>»piscineros»</b>? Creo que es la mejor pregunta que da pie a entender la experiencia de la «Piscina» que ofrece 42 Madrid.</p>

<p>He de admitir que los términos «Piscina» o «piscinero» me resultaban en un principio carentes de sentido (y diría que hasta arbitrarios), pero tras una semana aquí inmerso, me queda claro que no podrían haberlos elegido mejor.</p>

<p>Ya te hayas bañado antes en un río, una alberca, una piscina, el mar, seas Michael Phelps, o por el contrario los términos acuafobia o talasofobia no te sean extraños, te tiran al agua y apáñatelas. Así se puede resumir el primer día en la «Piscina». Como dice el lema de 42 Madrid, lo que hagas después, <i>it’s</i> «<i>up to you</i>» (es decir, «Tú decides»). Tú decides si dejas que una respuesta bradicardíaca se apodere de ti hasta que no puedas más y te falte el oxígeno, o haces lo que puedas por sacar la cabeza a la superficie, y nadar. Podrás nadar con más o menos estilo, con más o menos técnica, ¡pero nada!. Y la «Piscina» va de eso, da igual tu experiencia previa, en ti está no ahogarte en código, y luchar por navegarlo contra corriente si hace falta.</p>

<p>Pasado el shock del primer día (o del segundo, o hasta del tercero), te das cuenta de que no eres el único en la «Piscina». ¡Estás rodeado de gente chapoteando! Los que hemos sido socorristas sabemos que el instinto de una persona en apuros en el agua la lleva a agarrarse a lo que pueda (o a quien pueda), y precisamente eso es lo que fomenta la «Piscina». Si te estás ahogando, cualquier medio es bueno para mantenerte a flote, ya sea una letra de Google hecha de unicel, o un compañero que te reflote y te enseñe a cómo nadar en el código; y si no estás en apuros, todos sabemos que había hueco en el tablero para Jack, y la «Piscina» te enseña a ser menos como Rose y más como la <a hrefhttps://es.wikipedia.org/wiki/Margaret_Brown» target=«_blank» stylecolor: #18CCED«>»Insumergible Molly Brown»</a>.</p>

<p>Y así empiezas a nadar. Pero esta «Piscina» no es como la que puedes encontrar en el polideportivo municipal, de 50 por 25 metros, con dos socorristas vigilando la lámina de agua y monitores para explicarte la técnica. Esta piscina parece más una simulación del Punto Nemo en medio del Pacífico, donde la costa más cercana te queda a 2688 km. Siguiendo la analogía del socorrista o la del Titanic, los días pasan, y te das cuenta de que creer que hasta allí llegarán a por ti los brazos de Zac Efron tras filmar <i>Baywatch</i> o la cubierta del MRS Carpathia es engañarse. En esta suerte de «Juego del Calamar» donde el Staff está solo para aportar la logística (aunque son super majos y no nos disparan si nos equivocamos), para superar las pruebas que van saliendo la única opción es hacer piña.</p>

<p>Aún me quedan muchos días por delante. ¿Llegaré a la costa? ¿Se me entumecerán brazos y piernas? ¿Encontraré la escalera que me saque del agua? ¿Aprenderé a nadar a mariposa, o me quedaré dando brazadas de crol? En verdad creo no son preguntas cuya respuesta importe averiguar. Creo que la «Piscina» busca enseñarnos las herramientas con las que enfrentarnos al mundo real. Siempre tendremos manuales, cursos, plataformas, gente ducha en código a la que preguntar, pero la resiliencia no es una capacidad que se adquiera o desarrolle fácilmente sino es en un entorno o un proyecto como la «Piscina».</p>

<p>¡Suerte a todos, y no dejéis de nadar!</p>

<p>rasanche</p>

<h3><b>SOBRE MÍ</b></h3>

<p>Sánchez Díaz, Raúl. 30 años (y 36 días)</p>

<p>Mi experiencia con la programación comenzó en mi primer año de carrera en Matemáticas, creando un programa en Matlab que pintase fractales basados en el método de Newton-Raphson para hallar las raíces de una ecuación polinómica. A partir de ahí, me quedé enganchado al infinito potencial que te ofrece el mundo de la programación.</p>

<p>Mi período académico me permitió familiarizarme con lenguajes o entornos como Sage, Matlab/ Scilab, LaTeX o R. Más recientemente y ya en un entorno laboral, entré en el mundo de la gestión y explotación del dato, con lenguajes como SQL y entornos gráficos o <i>low code</i> como ODI, Excel, Cognos, Tableau, etc.</p>

<p>Sin embargo, todo ha surgido por necesidades ajenas a mí que había que cubrir, dejando aparcados intereses personales como aprender a automatizar procesos, crear aplicaciones, meterme en el mundo del Big Data, de la Inteligencia Artificial… Pero los algoritmos de Instagram saben de qué pie cojeo.</p>

<p>Así entre mil anuncios de cursos, un día apareció el de 42 Madrid, y si bien siempre he ignorado todos, éste me convenció al segundo. ¿Por qué? Porque su método de aprendizaje es el que sin saberlo, llevo aplicando desde siempre. No te doy la solución, te doy el problema y tú te buscas las castañas… y en el proceso aprendes. Encima, no solo está completamente financiado, sino que te da libertad de especializarte en lo que quieras sin restricciones, en un entorno con compañeros con intereses y expectativas similares.</p>
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